24 febrero 2011

POLEN: CONTAMINACIÓN Y CONSECUENCIAS

P. David Quesada DESDE LA PIQUERA
El polen es el alimento proteico de las abejas, mientras que la miel constituye la fuente calórica o de hidratos de carbono.
Es vital para el desarrollo adecuado de las larvas, la capacidad de producción de jalea real por las nodrizas y el acúmulo de grasa y reservas apropiadas en las abejas de otoño, que deben pasar el invierno y luego "arrancar" la colmena al inicio de la primavera.Fuente impresionante de proteínas y aminoácidos, a los humanos nos encanta recolectarlo y consumirlo como complemento dietético, aunque no tanto por su sabor, no muy agradable para muchos, aunque claro, eso es porque no han probado el polen fresco, sin secar, recién salido del cazapolen; ¡está buenísimo! y con todas sus propiedades. Es manjar casi exclusivo para el propio apicultor, aunque ya se empieza a comercializar en este estado.
 Utilizamos normalmente una única palabra para referirnos a él, "polen", pero no todo el polen es igual. Debemos diferenciar. El POLEN FLORAL, que es el que se encuentra en la flor, en estado bruto, antes de ser recolectado por la abeja. Este puede adquirir contaminantes ambientales, como plomo, cadmio, plaguicidas agrícolas... Cuando la abeja llega a la flor, comienza a recolectarlo, aglutinándolo a modo de bolitas que compacta con miel que antes de salir de la colmena cargó en su buche; lo coloca en al cestilla del polen de sus patas para trasnsportarlo a la colmena, siendo ahora denominado POLEN CORBICULAR. Este polen, además de los contaminantes que ya adquiriera en la flor procedentes del medio ambiente, puede ahora, en el proceso de recolección de la abeja, ser contaminado con acaricidas y antibióticos que hayan sido utilizados en la colmena. ¿Cómo es posible si no entra en la colmena y lo retiramos antes con el cazapolen? Estos acaricidas y antibióticos estarán presentes en la miel que carga la abeja en su buche antes de salir a buscar polen y con la que compactará y formará las bolitas para traerlo de regreso a casa. De este polen, contaminado posiblemente primero en la flor y luego por la propia abeja a través de la miel contaminada, nos alimentaremos nosotros y las larvas de abejas. Nosotros, si lo cosechamos con el cazapolen antes de que entre en la colmena, lo consumimos como POLEN APÍCOLA (seco, fresco, fresco-congelado, liofilizado...). Si no es cosechado, pasa al interior, se almacena y sufre un proceso de transformación principalmente fermentativa convirtiéndose en PAN DE ABEJAS, del que se alimentarán las larvas. El proceso fermentativo que lo convierte en pan de abeja, por efecto de levaduras y microorganismos, dota a este polen de alta digestibilidad, calidad nutritiva y capacidad de conservación a largo plazo, lo que no ocurre con el polen fresco, que se deteriora rápidamente sin no lo secamos o congelamos. Las abejas utilizan su propio método, como vemos. Pero los contaminantes químicos que lleva, en ocasiones, se ha comprobado que matan a estas levaduras y microorganismos, impidiendo el proceso fermentativo y la adecuada transformación del polen floral-polen corbicular fresco en pan de abeja, deteriorando la calidad del alimento que consumen, haciéndolo indigerible o de difícil asimilación. Este pan de abejas también podemos cosecharlo para consumirlo, como auténtica apiterapia.
En el año 2007, José L. Bernal Yagüe y sus colaboradores, llevaron a cabo un proyecto de investigación (APIo6-o1) cofinanciado con fondos europeos, para estudiar la presencia de agrotóxicos en la colmena y su relación posible con el síndrome de despoblamiento. Investigaron los contaminantes presentes en el polen, estudiándose la presencia de 41 compuestos diferentes en 303 muestras tomadas en 2005 y 245 muestras en 2007. Los resultados se recogen en la reproducción parcial de la tabla de la izquierda, donde se muestran los compuestos encontrados y el número de muestras que resultaron positivas al mismo.
Estos contaminantes del polen, aunque no se encuentren en grandes concentraciones, podrían afectar negativamente a las abejas. Ante este cóctel de toxinas, cabría preguntarse: ¿cómo interaccionan entre sí? ¿qué efectos pueden tener en las abejas a dosis bajas, subletales? Sobre las interacciones, se ha comprobado que un compuesto que es inocuo por sí solo a determinada dosis, puede convertirse a esa misma dosis en altamente tóxico para la abeja cuando va acompañado de otros químicos. Sobre los efectos subletales, K. Delaplane y J. Berry, de la Universidad de Georgioa, USA, presentaron sus estudios (sobre acaricidas usados habitualmente en la colmena) en la última Conferencia Americana de Investigación Apícola, celebrada en febrero de 2009 en la Universidad de Florida, mostrando que se producen alteraciones del comportamiento, afectando a la capacidad de aprendizaje y a la memoria de las abejas.
Pone los pelos de punta que tanto nosotros como las abejas podamos consumir polen con tal cantidad de contaminantes. Concluyen, Bernal Yagüe y colaboradores, en su estudio, que sería recomendable analizar el polen que se destina a consumo humano, así como establecer un límite máximo de residuos admisible. Por lo tanto, si consumes polen, procura que sea de certificación ecológica, pues los comités de certificación realizan analíticas de residuos de forma previa a su comercialización. Si consumes el polen de tus propias colmenas, asegúrate de que tu manejo y su ubicación te permita cosechar y consumir un alimento natural y maravilloso y no un cóctel de agroquímicos, contaminantes y acaricidas.
"Que tu alimento sea tu medicina". Que su alimento -el de las abejas- lo sea también para ellas. Que nuestro alimento, el de todos, no sea nuestro veneno.

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