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16 mayo 2016

AERODINAMICA EN LAS ABEJAS - AERODYNAMIC IN THE BEES.

En la NASA, hay un póster de una abeja, el cual dice así:

"Aerodinámicamente el cuerpo de una abeja no está hecho para volar, lo bueno es que la abeja no lo sabe".

La ley física dice que una abeja no puede volar, cada principio aerodinámico dice que la envergadura de sus alas es muy pequeña para mantener su enorme cuerpo en vuelo.

abeja volando

Pero una abeja no lo sabe, no comprende la física, ella vuela de todas formas y eso es lo que todos debemos hacer volar, y volar, y superarnos, en cada momento, y ante cualquier obstáculo.

abeja volando

Según un biólogo junto con sus colegas del Instituto de California, dijeron que las abejas no la tienen fácil, pues sus alas son pequeñas en relación a su cuerpo, lo que significa que a diferencia de otros insectos las abejas hacen un esfuerzo mucho mayor para volar; aun así pueden suspenderse en el aire, luchar contra el viento, evadir a los depredadores y alzar el vuelo incluso si van cargadas con néctar o polen.

abeja volando


Los estudios muestran que muchos insectos mueven sus alas en largas aleteadas de barrido (de 145 a 165 grados) unas 200 veces por segundo. Pero las abejas baten sus alas en arcos breves (de alrededor de 90 grados), de modo que tienen que compensar con velocidad.


abeja volando


¿Cuánta veces bate sus alas? Hasta 240 batidas por segundo, -casi lo doble de lo que se esperaría, considerando su tamaño.


abeja volando

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15 abril 2016

EXPLICANDO EL VUELO DE LAS ABEJAS - EXPLAINING THE FLIGHT OF THE BEES.

Explican el secreto de vuelo de las abejas, un problema que durante mucho tiempo se mantuvo sin aclarar.

Alas de abeja.Desde los años treinta del pasado siglo los ingenieros aeronáuticos vienen diciendo que las abejas no deberían poder volar. Los cálculos dicen que según el tamaño de sus alas, el peso de sus cuerpos y la aerodinámica conocida, su vuelo no es posible.
Es evidente que vuelan, entonces el problema consiste en saber qué es lo que les permite volar. 

El problema fundamental radica en que sus alas son tan pequeñas que no deberían de producir suficiente sustentación durante el vuelo. Pero los cálculos suponían que las alas eran rígidas y estables como la de un avión, cuando de hecho las abejas baten sus alas flexibles 230 veces por segundo. Este aleteo, junto con la sutil naturaleza de las alas, permite a las abejas volar mediante la creación de vórtices que les proporcionan suficiente sustentación. Pero el mecanismo aerodinámico exacto de ese proceso era un misterio hasta ahora.

Vuelo pecoreando.
Michael Dickinson del California Institute of Technology y sus colaboradores finalmente han explicado cómo la abeja Apis Mellifera consigue volar. A diferencia de otros insectos voladores cuyas batidas de alas están entre los 145 y 165 grados, la batida de las abejas es muy corta, de menos de 90 grados; pero su aleteo se realiza a mucha velocidad, concretamente a una frecuencia de 230 aleteos por segundo.

Para hacer estas medidas los investigadores filmaron el vuelo de estos insectos con una cámara especial que permite alcanzan los 6000 fotogramas por segundo.

Los investigadores sometieron a las abejas a unas condiciones extremas de presión y ver así los límites de su capacidad de vuelo. Para comprobar esto introdujeron a los insectos en un recinto con una mezcla especial de oxígeno y helio (a una presión parcial de oxígeno suficiente para que no mueran asfixiadas) a una presión equivalente a la que hay a 8000 metros de altura y comprobaron que el aleteo era más amplio pero la frecuencia del mismo se mantenía constante.

Avance en vuelo
Esto significa que las abejas usan un patrón mixto de aleteo que es menos eficiente que el aleteo amplio y más lento que otros insectos, a pesar de su necesidad de volar lejos en busca alimento y retornar. Pero además significa que una abeja puede generar más sustentación cuando la necesita, como cuando necesita llevar una carga pesada como el peso del néctar y polen al volver a la colmena, o cuando tiene que acarrear larvas dentro de ella.

Las abejas además del aleteo típico giran sus alas al mismo tiempo. Es como si los álabes o paletas de la hélice de un avión giraran sobre su eje longitudinal a la vez que el conjunto gira sobre el eje de la hélice. Este resultado podría ayudar a los ingenieros aeronáuticos a diseñar hélices más eficientes o aeronaves de alta maniobrabilidad.

La velocidad del vuelo de la abeja

Aleteo suspendida en el aire
Según el investigador austriaco Karl von Frisch, la abeja melífera puede llegar a alcanzar una velocidad máxima de 29 km por hora cuando vuela sin carga desde la colmena hasta su fuente de alimentación, y con viento en calma. Aunque por supuesto, esa velocidad se reducirá si el vuelo de la abeja se produce cargada de néctar o polen. A modo de referencia, cabe aquí indicar que una persona que no es atleta profesional puede correr a una velocidad de entre 25 a 29 km por hora durante unos cien metros, por lo que en caso de que nos persiguiera una abeja, es fácil que nos acabase alcanzando.


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20 enero 2016

OJOS, ANTENAS Y BOCA DE LAS ABEJAS - EYES, ANTENNAS AND MOUTH OF BEES.

Los ojos

Los ojos de las abejas constan de una serie de partes esenciales: lentes externas para enfocar la luz y una retina debajo, sensible a la luz y conectada con el cerebro por medio de nervios.

La agudeza visual es una característica de las abejas y se pone de manifiesto por la existencia de dos grandes ojos compuestos. Cada uno está formado por un número variable de estructuras hexagonales llamadas ommatidios. Mientras que un ojo simple tiene una lente para toda la retina, un ojo compuesto tiene muchas lentes pequeñas y su retina está dividida en partes que corresponden a esas lentes. De esta manera, el insecto “ve” con un ojo compuesto tantos puntos de luz como divisiones tiene el ojo y así recibe una reproducción en mosaico del objeto o escena delante de él.

Los ojos compuestos perciben los colores que distingue el ojo humano más el ultravioleta y con la excepción del rojo. Su eficacia es tal que, mientras nuestros ojos no pueden discernir más de 20-30 imágenes por segundo, una abeja es capaz de separar 300 en ese mismo tiempo. La utilidad de estas estructuras es decisiva para una buena visión lejana, fuera de la colmena, y para su orientación respecto al sol durante el vuelo.

Sin embargo, no todas las castas de las abejas requieren de esta agudeza visual de la misma manera. La reina, por ejemplo, sólo necesitará una buena visión una vez en su vida y la empleará para volver a la colmena después del vuelo nupcial. Sin embargo, una obrera necesita una buena visión de forma continuada para la localización del alimento, de la colmena, de otras obreras, etc. El zángano, por su parte, también requiere una buena agudeza visual para poder localizar a las hembras vírgenes en el vuelo de reproducción.

Pero las abejas también necesitan poder ver con claridad en el interior de la colmena, donde disponen de muy poca cantidad de luz y en el exterior cuando llega el crepúsculo. Para la visión a corta distancia y en condiciones de oscuridad adquieren importancia los ocelos u ojos simples, ya que son capaces de percibir la intensidad, la longitud de onda y la duración de la acción de la luz.

Las antenas

Las antenas son las estructuras en las que residen los sentidos del tacto y del olfato. Cada una de ellas está recorrida internamente por un nervio doble que procede directamente del cerebro. La información procedente del exterior es recogida por pelos táctiles y diferentes estructuras sensoriales que están recubriéndolas.

Los órganos sensoriales más numerosos de las antenas aparecen en la superficie de las mismas como discos o placas diminutas, cada una de las cuales tiene una ranura alrededor del borde y está recubriendo un número grande de células. Estas estructuras se conocen como órganos placa y son los principales órganos del olfato en la abeja, siendo por tanto capaces de recibir el estímulo de diminutas partículas de materia suspendidas en el aire. El número de órganos placa situados en las antenas varía dependiendo de la casta, así en las obreras se pueden encontrar cinco o seis mil, en la reina dos o tres mil y hasta treinta mil en el caso del zángano.
La reacción al tacto o presión externa es uno de los sentidos más primitivos. Sin embargo, los insectos adultos tienen poca sensibilidad a la presión debido a la dureza de su cubierta externa. Por eso, la mayoría de los nervios sensoriales de la piel contactan con células situadas en la base los pelos.

Éstos están delicadamente equilibrados y son accionados fácilmente al tomar contacto con objetos o corrientes de aire. En consecuencia, un pelo provisto de nervios y sus células del sentido asociadas, constituye un órgano del tacto. Estos pelos intérvados aparecen en diferentes partes del cuerpo y apéndices, pero son especialmente numerosos en las antenas.

La boca

La boca de las abejas está rodeada por un par de mandíbulas y prolongada por una trompa o probóscide.
Las mandíbulas son utilizadas para amasar la cera, comer polen y sujetar a un posible enemigo al que luego clavarán el aguijón, o realizar cualquier trabajo de la colmena que requiera un par de instrumentos aptos para agarrar. En las obreras son lisas y redondeadas, mientras que en las reinas y zánganos presentan pequeños dientecillos en el borde.

La probóscide o trompa en forma de tubo permite a la abeja succionar los líquidos. No es un órgano permanente, como en la mayoría de los insectos chupadores, sino que se improvisa temporalmente al juntar las partes libres de las maxilas y el labio para formar un tubo muy eficaz en la ingesta de néctar, miel o agua. Abrazando la base de la lengua se encuentran un par de palpo labiales que actúan como órganos del gusto (así como también lo eran las antenas). Todas estas partes pueden

Todas estas partes pueden separarse si se obstruyen accidentalmente con un grano de polen u otra partícula extraña.
La lengua tiene apariencia de líneas cruzadas y muy juntas debido a la presencia en su pared de aros duros que llevan pelos y están separados entre si por membranas angostas y lisas. A causa de esta estructura la lengua puede acortarse y estirarse de manera que el líquido lamido es levantado hacia dentro del canal de la probóscide.

La bomba de succión de la abeja es un gran saco con paredes de músculos que se encuentra dentro de la boca y se extiende desde ésta hasta el cuello donde su punta afinada continúa con el esófago. Los líquidos son succionados del canal de la probóscide por la acción de un músculo dilatador; la contracción de los músculos compresores cierra entonces la boca e impulsa el líquido a la faringe, de donde es llevado al esófago, el cual pasa a través del cuello y se continúa a lo largo del tórax hasta alcanzar el abdomen, donde se ensanchará en un saco de paredes finas llamado buche o estómago de la miel. Este saco está revestido de una membrana endurecida y sus paredes contienes fibras musculares. Su principal función es la de depósito del néctar o líquido chupado. Está separado del verdadero estómago por el proventrículo, el cual ejerce un preciso control de la cantidad de alimento que pasa al estómago, de manera que sólo se transfiera la necesaria para cubrir las necesidades alimenticias de la abeja. El resto del néctar que queda almacenado en el buche será regurgitado ya transformado en miel una vez en la colmena. Tras el estómago o ventrículo, que es la porción mayor del tubo digestivo y el lugar de absorción del alimento, se en encuentra intestino delgado y el recto, cuyas principales funciones se relacionan con la reabsorción del agua y la retención de las heces hasta el momento en que la abeja abandone la colmena.

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