La apicultura valenciana está sufriendo los efectos devastadores de la sequía y desde Montroy están tratando de luchar para que el sector mantenga su pujanza con iniciativas diversas. La pérdida de la mitad de la miel de azahar ha sido un duro golpe para los apicultores de la Ribera, comarca en la que se envasa la mayor parte de la producción valenciana.
Frente a este panorama desde el sector afirman que sólo queda una solución: poner en valor la miel autóctona frente a las mieles nacionales. En esta función, la localidad ribereña de Montroy organizará durante el mes de noviembre la que ya es la XXI edición de la Feria Valenciana de la Miel (Fivamel).
Según el coordinador del evento y director del Museo Valenciano de la Miel, Carles Galletero, «nuestra labor es promocionar las mieles valencianas, la de azahar, romero y milflores, pero sobre todo educar al consumidor para que conozca este producto con la mejor garantía de calidad».
Una de las iniciativas que se ha llevado a cabo es la Ruta Valenciana de la Miel, por la que muchos escolares se han adentrado en el mundo de la apicultura a través de visitas guiadas, talleres y proyectos audiovisuales. «Los niños que vienen al museo tienen una nueva percepción sobre el mundo de las abejas y sobre la necesidad de cuidar el medio ambiente. Sin abejas, no hay flores, no hay frutos, no hay alimentación», explica Galletero.
Todo esto ocurre en un contexto complicado. La cosecha de miel de romero, propia de la Comunitat, Andalucía, Castilla La Mancha, Aragón y Murcia, está prácticamente perdida y la miel de tomillo y mil flores, que se recolecta en estos momentos, apenas es representativa en la mayoría de regiones productoras. Todo sumado a las agravantes que ocasionan plagas como la varroa o la abeja asiática convierten la apicultura en un negocio «ruinoso», en opinión de los afectados.
Los apicultores valencianos se dedican a la trashumancia, es decir, cargan con sus colmenas en vehículos de transporte a diferentes puntos del país en busca de floraciones con las que alimentar a sus abejas. Unos parten hacia tierras de León, otros hacia Granada. Enric Simó, representante de APIADS, se encontraba esta semana en Teruel «y el espectáculo es desolador. Fuimos a buscar romeros y tomillos, y nos encontramos con un paisaje desértico. No sé como vamos a obtener miel este año».
Esto, por lo que se refiere a toda España, puede ocasionar, según la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) una reducción de un 70% en la producción de mieles autóctonas. La escasa floración y las heladas del invierno, las irregulares lluvias de la primavera y las altas temperaturas de los últimos meses están detrás de un fenómeno que podrían suponer unas pérdidas para los apicultores cercanas a los 70 millones.
En la Comunitat sólo ha ido ligeramente mejor que en el conjunto de España. La recolección de miel de azahar ha sido muy irregular, por debajo del 50% respecto a la cosecha de 2016 y, si bien la puesta en marcha de las ayudas al Programa Nacional Apícola pueden ayudar a mitigar estos efectos, la desmoralización ha empezado a cundir.
El hueco que deje en el mercado el déficit de miel en España -principal productor europeo- se cubrirán con las importaciones de miel de China a precios 'low cost'. De hecho, el país asiático ha desbancado a Argentina como primer proveedor de la UE por sus bajísimos precios, que hacen «una competencia desleal a los apicultores europeos, porque la legislación china permite el uso de productos fitosanitarios y antibióticos prohibidos por la UE», aseguran en COAG. De 2007 a 2011, las importaciones de China se han triplicado hasta las 11.330 toneladas.
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