La utilización de las abejas para polinizar cultivos en invernadero proporciona una serie de ventajas: evita mal formaciones por mala polinización (fresón...), mejora la productividad (calabacín), garantiza la producción de semillas.
Pero también plantea una serie de problemas que deben tenerse en cuenta:
Temperatura: por encima de 40 º C la abeja no tiene actividad; temperaturas bajas o cambios bruscos también dificultan la polinización, incluso provocando el aborto de las primeras flores.
Humedad: el mantenimiento de humedades superiores al 80 % largo períodos ocasiona problemas sanitarios a la colonia de abejas.
Iluminación: las abejas viejas, las que pecorean, son atraídas por la luz, por lo que pueden darse concentraciones de estas en determinados puntos de la cubierta.
Dieta: la dieta de las abejas en un invernadero suele ser escasa y monótona, por lo que a veces se hace necesario complementarla.
Orientación: las abejas tienden a desorientarse en los vuelos a ras de tierra, por lo que la colmena debe colocarse en alto en los invernaderos, para que sea visible desde todo el invernadero.
Plaguicidas: es absolutamente necesario que durante el tiempo que las abejas permanezcan en el invernadero se extremen las precauciones en el uso de plaguicidas, leyendo cuidadosamente las indicaciones de la etiqueta y huyendo de cualquier situación que pueda significar riesgos.
Como norma general es recomendable prever la utilización de las colmenas no más de 15 días seguidos, sustituyéndolas por otras si se considera necesario un tiempo de permanencia más largo.
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