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25 marzo 2013

Requisitos proteicos de las abejas - Requirements bee protein (Spanish and English)

Requisitos proteicos de las abejas (Spanish)

Para poder desarrollar sus funciones vitales y perpetuar la especie; la abeja requiere proteínas, carbohidratos, minerales, grasas, vitaminas y agua.
Las proteínas les resultan imprescindibles a las abejas para la alimentación de las larvas, el completo desarrollo de las abejas jóvenes y la reparación de las células y órganos en las abejas más viejas.
El polen es la principal fuente de proteínas, que las abejas recolectan de un gran número de flores y satisface también los requerimientos de minerales, lípidos y vitaminas.




Los requerimientos anuales de una colmena varían entre 20 a 40 kg de polen por año y según el contenido proteico se clasifican en:
Pólenes que no sostienen el crecimiento y desarrollo de la colonia, con contenido de proteína cruda menor o igual al 20%. Tal es el caso de cardos, arándano, cítricos, roseta, lavanda, maíz, girasol, pino y sauce

Pólenes que sostienen una colonia, pero sólo bajo condiciones de flujos suaves de miel; cuyo contenido varía entre 20 y 25% de proteína cruda. Corresponden a esta categoría eucaliptus, canola, mostacilla, haba y abrepuño.
Pólenes que poseen más del 25% de proteína cruda, que podrían abastecer a las colonias que están en flujos fuertes de miel, siguiendo la crianza. El polen de flor morada, almendro, varios tréboles, algunas especies de eucaliptus, lupines y pera tienen estas características.
La colonia normalmente recolecta polen de diversos orígenes florales, y de esta manera asegura el balance de los nutrientes esenciales para la abeja. Con excepción de las que se encuentran en monocultivos.
Requerimiento estacional de proteína
En invierno, el consumo es mínimo debido a la reducción o inexistencia de cría en la colmena. Las necesidades proteicas de la colonia se cubren principalmente a partir de las reservas corporales y del pan de abejas.
A la salida del invierno se reanuda la cría con lo que comienzan a aumentar los requerimientos proteicos y vitamínicos de la colonia. Durante la primera etapa, las necesidades serán cubiertas por las reservas corporales y del pan de abejas, y progresivamente con la entrada de polen. Es una etapa de alto requerimiento de proteína.
La primavera es una estación de alta probabilidad de deficiencia proteica, ya que hay gran desarrollo de la cría, muchas obreras en la colonia y pocas pecoreadoras.
En verano, con abundantes floraciones y una intensa actividad de las pecoreadoras, las deficiencias de polen son raras y ocurren generalmente cuando las colmenas se encuentran en áreas de monocultivos de especies de bajo valor nutritivo, como girasol y eucaliptus o cuando las condiciones ambientales son desfavorables.
En otoño, las abejas requieren altos niveles de proteína corporal para prepararse para el invierno.
Las proteínas en la abeja
El contenido proteico del cuerpo de las abejas puede variar del 21 al 67% y resulta un factor determinante en la longevidad de las mismas. Algunos estudios mostraron que cuando el contenido proteico corporal de las abejas de verano excede el 40% pueden vivir más de 45 a 50 días, mientras que las que sufren una disminución por debajo del 40% viven entre 20 y 26 días.
En cuanto la disponibilidad de polen disminuye, de igual forma la proteína corporal. Mientras buena cantidad de polen esté disponible y se incremente el área de cría, un polen de 20 a 21% de proteína no será suficiente para incrementar también la proteína corporal.
La proteína corporal se ve reducida por producción de miel y cera, tiempo frío o caluroso y aumento de la crianza. Se ve aumentada por la recolección de mucho polen con más del 20% de proteína, y si no son forzadas a producir demasiada miel.
Es en los cuerpos grasos de las abejas que se produce la síntesis y almacenamiento de lípidos, carbohidratos, aminoácidos, proteínas y otros metabolitos. De las cinco proteínas consideradas de reserva en Apis mellifera, la vitelogenina es la mayoritariamente representada.
Si bien es necesario conocer los requerimientos de la colonia de abejas, no es suficiente, debido a que se ha reducido paulatinamente la flora espontánea, principalmente por el incrementado del área cultivada y el uso de herbicidas. Por lo tanto, es necesario disponer de información de la oferta floral del lugar en que se encuentra el apiario y la influencia de las condiciones climáticas en la cantidad y calidad de néctar y polen que producen.

Requirements bee protein (English)

In order to develop its vital functions and perpetuate the species, the bee requires proteins, carbohydrates, minerals, fats, vitamins and water.

Proteins are essential to their bees to feed larvae, the full development of young bees and repair of cells and organs in older bees.
The pollen is the major source of protein, which the bees collect a large number of flowers and also meets the requirements of minerals, lipids and vitamins.
Annual requirements vary from one hive 20 to 40 kg of pollen per year and depending on the protein content is classified as:
Pollens that do not support the growth and development of the colony, with crude protein content of less than or equal to 20%. Such is the case with thistles, cranberry, citrus, rose, lavender, corn, sunflower, pine and willow
Pollens holding a colony, but only under conditions of mild honey flows, whose content varies between 20 and 25% crude protein. Eucalyptus fall into this category, canola, beaded, bean and starthistle.
Pollens who own more than 25% crude protein, which could supply the colonies are strong honey flow, following the raising. Purple flower pollen, almond, several clubs, some species of eucalyptus, lupines and pear have these features.
The colony usually collects pollen from diverse floral, and thus ensures the balance of essential nutrients to the bee. With the exception of those found in monocultures.
Seasonal protein requirement
In winter, the consumption is minimal due to the reduction or absence of brood in the hive. Protein needs of the colony are covered mainly from body stores and bee bread.
At the end of winter and resumed farming thus begin to increase protein and vitamin requirements of the colony. During the first stage, the needs will be met from body reserves and bee bread, and progressively with the entry of pollen. It is a time of high protein requirement.
Spring is a season high probability of protein deficiency, as there is great development of farming, many workers in the colony and few foragers.
In summer, with abundant blooms and intense activity of foragers, pollen deficiencies are rare and usually occur when the hives are located in areas of monocultures of low nutritional value, such as sunflower and eucalyptus or when environmental conditions are unfavorable .
In autumn, bees require high levels of body protein to prepare for winter.
The proteins in the honeybee
The protein content of the body of bees can vary from 21 to 67% and is a determining factor in the longevity of them. Some studies showed that when the body protein content of summer bees exceeds 40% can live more than 45 to 50 days, while suffering a decrease below 40% live between 20 and 26 days.
As pollen availability decreases, similarly body protein. While good amount of pollen is available and increases the area of ​​breeding, a pollen from 20 to 21% of protein will not be sufficient to also increase the body protein.
Body protein is reduced by production of honey and wax, cold or hot weather and increased parenting. Is enhanced by long pollen collection with more than 20% protein, and if they are forced to produce too much honey.
Is in fatty bee occurs synthesis and storage of lipids, carbohydrates, amino acids, proteins and other metabolites. Of the five proteins considered booking Apis mellifera, vitellogenin is mostly represented.
While it is necessary to know the requirements of the bee colony is not enough, because it has gradually reduced the spontaneous flora, mainly by increasing the area under cultivation and the use of herbicides. Therefore, it is necessary to have floral supply information on where is the apiary and the influence of weather conditions on the quantity and quality of nectar and pollen produced.

01 junio 2012

Epoca crítica para las colmenas: Otoño e Invierno

Época critica para las colmenas: otoño e invierno.

 Por Julio E. Ernst.

 Desde nuestros inicios y primeros pasos como apicultores, siempre nos inculcaron aquellas personas idóneas en el tema, la necesidad de preparar nuestras colmenas para pasar el otoño y el invierno y llegar a la primavera en óptimas condiciones, tanto sanitarias como de población y reservas de miel y polen, permitiendo a las cámaras un buen "arranque" variando las distintas zonas geográficas sin una ayuda extra.
El apicultor que hace trashumancia se ve obligado a dejar solo cámaras para favorecer el traslado y llegado el momento incentivar o bien llevar sus colmenares a las distintas regiones del país con floración temprana.
El apicultor chico y el mediano urgidos en muchos casos de obtener miel para solventar gastos de combustible, remedios, personal, alquileres de campos, han extractado sin dejar reservas o en otros casos como se dio en la región central del país estos últimos años donde hubo zonas con rindes muy bajos.
Estas cámaras que han quedado posiblemente muy abejadas, pronto necesitarán ayuda extra para pasar el invierno. La necesidad de dejar la colmena, cámara o nuclero con reservas, radica en que sin miel esta unidad muere de hambre y sin polen se va extinguiendo lentamente por la falta de renovación de abejas.
Un síntoma de la muerte por hambre se da en la aparición de muchas abejas metidas de cabeza en las celdas y el resto formando un colchón en el piso, en cambio la muerte por falta de polen se evidencia con un desabejado casi total y un canibalismo de pupas, prepupas y larvas.
Tomaremos la precaución de ir anotando lo que se realiza durante el año en cada apiario que se visita, para llevar un estricto control y realizar futuras comparaciones: curas, unidades enfermas, muertas, núcleos, cantidad de colmenas, reservas de miel y polen, estado sanitario, tareas a realizar en próxima visita, registro de lluvias, floración natural existente en la zona , etc.
Además es necesario si aparece algo raro en una colmena o cámara, dejarla marcada o anotarlo para que en la próxima visita no olvidarnos y le brindemos mayor atención.
Durante febrero y primeros días de marzo podremos hacer núcleos a razón de un 15% del total de colmenas del apiario, que nos servirán para reemplazar a las que no sobrevivan el invierno. Núcleos bien fuertes, adquiriendo reinas o celdas de calidad y evitando en lo posible hacerlos ciegos para evitar la consaguinidad y asegurarnos reinas nuevas que llegada la primavera tengan toda la fuerza para aovar. Se pueden hacer en nucleros o cortar colmenas fuertes con una entretapa ciega con ranura contraria a la piquera, repartir los cuadros de miel y cría e invertir las ubicaciones de sendas piqueras.
Hay colegas que hacen núcleos ciegos y los llevan a otros apiarios para fecundar con zánganos ajenos.
Realizar las monitoreos antes y después de las curas. Se puede realizar muestreo a campo para determinar aproximadamente que porcentaje de varroasis tenemos.
Ya en abril y mayo, terminar con las curas y preparar las cámaras para pasar el invierno, reduciendo el espacio a calefaccionar dado que tal tarea provoca un aumento en el consumo de alimento para generar calor.
Colocar piqueras y achicar el espacio colocando cartón o nailon en forma de separador de cuadros o ya introduciendo un alimentador. Para los primeros meses del otoño sería conveniente colocar en aquellas cámaras pobres de alimento o a los núcleos un buen cuadro operculado lleno de miel o bien un alimentador con jarabe de maíz  y no de azúcar para reducir las probabilidades de pillaje.
Las colmenas que hayan quedado con un alza melaria, asegurarlas con alambre o un buen peso para evitar la voladura de los techos.
Asimismo es necesario verificar la reserva de polen dado que es la fuente proteica que nos asegurará que las abejas pasen bien la invernada, haya renovación y llegar a la primavera con población joven. De no haber polen sería conveniente suplir con sustitutos que se adquieren en los comercios del ramo, o prepararlo en forma casera sobre la base de harina de soja desgrasada, levadura de cerveza, harina de arveja, suero desecado, albúmina y azúcar impalpable, que se puede ofrecer espolvoreando sobre los cabezales o en forma de paty amalgamada con miel.
En lo que hace al tema sanidad, en estos meses al reducirse la población y no existir prácticamente cría, es importante detectar la presencia de enfermedades, curar colmenas enfermas con antibióticos autorizados y descartar los cuadros infectados para su esterilización.
Asimismo es conveniente comenzar el recambio de cuadros, sacar negros para fundir, que generalmente son lugares propicios para el desarrollo de enfermedades.
Durante los meses de junio, julio y agosto es poco lo que podemos hacer sobre las colmenas, en esta época es donde nos damos cuenta de la importancia de haber dejado suficientes reservas.
Se alimentará y suplementará muy bien si es necesario, evitando visitas a los apiarios para abaratar costos. Colegas avezados en el tema "tantean" el peso de las cámaras y van intuyendo la cantidad de reservas.
Estar muy atentos a la aparición de síntomas de enfermedades para evitar que la cámara muera y sufra pillaje  y contagie a otras.
Estas enfermas se pueden retirar de los apiarios y ubicarlas en un lugar sanitario o si no valen la pena por la escasa población la eliminaremos y en primavera las repondremos con un núcleo.
Es aconsejable durante este período abrir lo menos posible las cámaras para no provocar enfriamiento.
Abrir únicamente en caso de tener que alimentar o suplementar. Durante días cálidos y soleados podremos abrir algunas cámaras al azar y evaluar la presencia de cría como asimismo si hay entrada de polen, dado que en algunas regiones por incidencias climáticas las floraciones se adelantan.
La presencia de abejas muertas en las piqueras nos indica una anormalidad en la misma, revisar, eliminar y esterilizar el material enfermo.
Esperar a que llueva, que sea una primavera generosa, que las primeras floraciones llegan lo antes posible y aprovechar flujos tempranos.
Estas consideraciones generales son meramente informativas, varían enormemente de una zona a otra y como siempre digo cada apicultor con su librito, cada uno experimentará o habrá experimentado algo que ya a otro colega le sucedió, pero la mayoría llega a la conclusión, que una colmena con suficientes reservas de miel y polen inverna mucho mejor, "arranca" mejor en la primavera y posiblemente nos traiga mas satisfacciones que una hambreada y constantemente ayudada a sobrevivir.

18 febrero 2012

Nutrición de las abejas

Nutrición de las abejas
Por: Orlando Valega Productor apícola de Apícola Don Guillermo
Las abejas al igual que la mayoría de los seres vivos pluricelulares no son formadores, sino transformadores de energía y materia, por lo tanto necesitan, al igual que la mayoría de los seres, ingerir alimentos con todos los nutrientes necesarios para el mantenimiento de las funciones vitales del organismo. Dentro de las sustancias que son imprescindibles para las abejas están: Los Hidratos de Carbono (azúcares), Las Proteínas, Lípidos (grasas), El agua y los Minerales.
Hidratos de carbono (azúcares)
Las moléculas de los hidratos de carbono están compuestas por; hidrógenos, oxígeno y carbono. Son conocidos comúnmente como azúcares pero también los componen las harinas y los almidones. Constituyen el 60 % de la dieta en las personas, y una mayor parte en la de las abejas. Son el combustible que en el proceso de oxidación, queman los seres vivos para su funcionamiento.
Los hidratos de carbono pueden ser más o menos complejos, oxidarse más o menos fácilmente, proporcionando más o menos energía. Los mas sencillos, -monosacáridos; (glucosa y fructosa) formados por 6 carbonos, 12 hidrógenos y 6 oxígenos- queman rápidamente. Como la leña fina, dan un fogonazo de energía.
Cuando se encadenan (enlazan) dos monosacáridos se forma un disacárido, como la Sacarosa, cuyas moléculas están integradas por; 12 Carbonos, 4 hidrógenos y 12 Oxígenos. Cuando se encadenan tres monosacáridos, se forma un trisacárido. Cuando se encadena muchos, un polisacárido o Almidón, que es como un tronco grueso, se ha de hacer astillas para que prenda (monosacáridos).
Los diferentes seres vivos tienen distinta capacidad de asimilar y digerir los polisacáridos, desmenuzándolos en los monosacáridos que lo componen.
Pero todos han de realizar una serie de reacciones químicas que transforme cualquier azúcar en uno solo, la fructosa, que es el único que las células de cualquier ser vivo pueden quemar para transformarlo en energía, convirtiéndolo en un residuo de gas carbónico (carbono y oxígeno CO²) y agua (hidrógeno y oxígeno, H²O).
Cuando un ser vivo consume más azúcares de los que necesitas utilizar, guarda el excedente de reserva.
Para ello, rompe la fructosa (6 carbonos), elimina parte del oxígeno y produce 3 fragmentos de 2 carbonos, que vuelve a enlazar reordenándolos de otra manera más compacta (glicerina), y va sumando fragmentos de 2 carbonos para formar unos compuestos que se llaman grasas.
Las abejas encuentran hidratos de carbono en la miel (80 %) y en el polen (40 %), y forman dos tipos de grasas a partir de estos azúcares: la cera (que es una grasa sólida a temperatura ambiente) y sus grasas internas, (que acumulan en unas células vacías denominado tejido adiposo) sobre todo en otoño. Estas grasas son utilizadas para la fabricación de hormonas y para el mantenimiento de la cubierta de los nervios.
Para que se produzcan esas transformaciones es imprescindible la presencia de ciertos componentes que están en el polen y que son otras grasas, enzimas, que actúan como iniciadores y catalizadores de esas reacciones químicas (consumo de lípidos del exterior)..
Las proteínas
Hay otro tipo de sustancias alimenticias para los seres vivos que, además de carbono, hidrógeno y oxígeno (como los azúcares y las grasas), tienen otro elemento imprescindible para la vida: el nitrógeno. Esas sustancias nitrogenadas, se llaman proteínas.
Las proteínas: están formadas por elementos más sencillos, los aminoácidos, de los que hay unos veinte diferentes. Hay muchos tipos de proteínas, que se diferencian en el número total de aminoácidos y en los tipos de aminoácidos que las forman. Se puede decir que los aminoácidos son como los ladrillos, según el tipo que se utilice y como se junten puede hacerse con ellos una pared maestra, un tabique, una columna, una bóveda, etc.
En los seres vivos las sustancias nitrogenadas, proteínas, tienen una gran variedad de funciones: Intervienen en la formación de los músculos, en los tejidos de soporte (tendones, el esqueleto interno en nuestro caso, el externo o "caparazón" en las abejas), en las secreciones digestivas (enzimas), en las hormonas, en los sistemas defensivos (inmunológicos), en los genes de los cromosomas (ADN), en las células nuevas que reponen a las dañadas en los tejidos, etc.
Los seres vivos necesitan ingerir cantidades variables de proteínas en su dieta, según la etapa de la vida, en las abejas también. Las larvas, la reina en plena postura y las abejas nodrizas, necesitan mayores cantidades que las abejas viejas o los zánganos
En la digestión se fragmentan las proteínas en partes mas pequeñas, hasta llegar a los aminoácidos y a su vez, éstos, por combinaciones, vuelven a formar otros que no ingresaron con los alimentos, pero que son necesarios para el organismo, para aprovechar las partes nitrogenadas en fabricar otras proteínas, útiles para el ser vivo que las ingiere. Las partes sin nitrógeno, con solo carbono, hidrógeno y oxígeno, son quemadas o convertidas en grasa.
Los diferentes seres vivos pueden fabricar diferentes aminoácidos en su organismo, a partir de fragmentos de otras moléculas que contengan carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno. Pero siempre hay algunos de esa veintena que no saben "fabricar", y que han de tomar enteros en la dieta, esos se llaman aminoácidos esenciales.
Las diferentes especies de seres vivos tienen como "esenciales" diferentes aminoácidos de esa veintena. Esas sustancias que un ser vivo no sabe "fabricar", se conocen también con el nombre de vitaminas, y la mayoría suelen ser de tipo nitrogenado (aminoácidos...) o/y graso.
En la dieta de las abejas, el polen, es el único aporte proteínas con cantidades variables pero con un promedio del 25% de proteína cruda y de grasas externas.
Cuando los aportes a la dieta son correctos, todas las reacciones de transformación de estas materias en energía y en otras materias diferentes funcionan bien; el organismo vive.
El agua
Otro elemento imprescindible para la supervivencia, a parte de los nutrientes mencionados, es el agua. En promedio, el 66% de los organismos vivos es agua (en algunos más). El agua interviene en las reacciones químicas que mantienen la vida, como disolvente y también como refrigerante. En todas las reacciones se produce calor, y si este no es eliminado, la temperatura corporal iría subiendo poco a poco hasta "freír" a las abejas por dentro.
Las proteínas se coagulan por encima de los 45º C y pierden sus funciones. Las abejas tienen en sus antenas unos termo-receptores, termómetros conectados a nervios, que se activan cuando la temperatura sube o baja y envían mensajes a los ganglios cerebrales que provocan determinados comportamientos (ventilación, agrupación, acarreo de agua...).
Si la temperatura sube las abejas salen a por agua, la vierten en gotas en los panales y ventilan para que se evapore, esto "roba" calor y la temperatura baja a su nivel normal. Si no pueden controlara así, salen de la colmena y se sitúan bajo esta, a la sombra, para evitar que su actividad dentro eleve más la temperatura.
Si hace frío, se agrupan en un racimo compacto y se mueven produciendo calor (quemando sus reservas de hidratos de carbono, miel que tienen a mano en el panal, y en una segunda fase, sus grasas internas).
Si no pueden mantener constantemente en alguna zona del panal una temperatura de 35 ±1º C y una humedad relativa de alrededor del 80%, cesa la cría (esta se deshidrata con facilidad a través de su fina piel). Por ello se ven abejas recogiendo ávidamente agua al inicio de la cría, en primavera temprana, pues si falta agua en la colonia, la cría se paraliza.
Otro elemento que necesita agua es la respiración, el aire que entra en los sacos respiratorios se carga de humedad interna de las abejas, humedad que estas deben reponer. La excreción de residuos también consume agua.
Situaciones límites en la nutrición de las abejas
Falta de algun elemento vital

Si falla el suministro de hidratos de carbono, no pueden producir energía, sobre todo calorífica, y disminuye su capacidad de mantener 35º C constante, ± 1º C, en la zona de cría, es decir, se paraliza la cría. Si el problema continúa y se hace más grave, la temperatura de los panales que ocupan va disminuyendo, lo que vuelve más lentas todas las reacciones químicas de sus cuerpos; las trasmisiones eléctricas de los nervios.
Esto hace mas lentos sus movimientos y su coordinación, la respiración, los movimientos musculares, etc., lo que a su vez acentúa la disminución de la temperatura. Finalmente, cuando se llega a la frontera aproximada de los 12º C, las abejas quedan totalmente paralizadas por el frío y mueren, formando un grupo arracimado, introducidas de cabeza en las celdillas, en un intento desesperado de conservar mejor sus últimas calorías. Casi todos lo hemos visto alguna vez.
Hasta llegar a esa situación, el organismo de las abejas ha intentado producir energía calorífica de cualquier manera: primero, quemando sus reservas de grasa, que almacenaba en las células vacías de la espalda (al nivel del 2º anillo abdominal), y cuando estas escasean, quemando proteínas de los músculos, de los tejidos (intestino, estomago, etc.). Se puede decir que el cuerpo se come a sí mismo.
Esto provoca una disminución del peso corporal, que puede llegar a un 50% de su valor normal. Finalmente, solo quedan las proteínas de los órganos vitales y un mínimo de grasa que es imprescindible para el mantenimiento del nivel de las principales hormonas y el aislamiento de las terminaciones nerviosas que transmiten impulsos entre los tejidos, los órganos y los ganglios cerebrales.
En este estado, las abejas pueden desaparecer con facilidad en el campo un día que puedan salir. Las que quedan en la colmena pueden presentar los mismos síntomas de falta de proteínas y destrucción de tejidos digestivos que si hubieran estado parasitadas por nosema, que es otra manera de perder proteínas.
Cuando las abejas padecen falta de polen, bien porque no haya, o porque el que hay no tiene los nutrientes adecuados, -enzimas- las reacciones químicas de formación de grasa a partir de los hidratos de carbono no se dan y no pueden acumular suficiente cantidad de ésta en su cuerpo.
Si tienen hidratos de carbono, miel, pueden quemarlos para producir calor, pero les faltarían elementos necesarios para la producción de hormonas y enzimas que controlan procesos importantes: la fabricación de jugos digestivos, el sistema inmunológico, el aislamiento de los conductos nerviosos, la producción de jalea real (con lo que paralizarán la cría), la producción de cera...
La falta de polen, también provoca en el organismo de las abejas "hambre de proteínas", que tratan de solucionar extrayendo proteínas de donde las haya, fundamentalmente del músculo y los intestinos. Esta situación puede provocar daños celulares en estos tejidos, con la consiguiente disminución del peso corporal, y la posible observación de tejidos dañados (como el digestivo) que deja de producir jugos digestivos y queda con daños que pueden confundirse con lesiones de parasitósis por nosema.
Paralelamente a ese proceso orgánico hay un aumento del instinto de recolección de polen, lo que hace que, si no lo encuentran, recolecten cualquier cosa que se le parezca (harina, polvo de paja, polvo de los piensos para ganado, e ¡incluso aserrín de madera!). Algunas de estas sustancias pueden alimentarles algo (como el pienso de lechones), otras poco o nada (paja, aserrín...).
Todo esto hace que las abejas se vuelvan mucho más sensibles a cualquier problema que pueda afectar a su supervivencia: enfermedades, intoxicaciones por plaguicidas, meteorología desfavorable.
Si falta agua en el organismo de la abeja, este intenta recuperarla de donde sea. Primero utilizará los tejidos que tienen mas agua: La hemolinfa (sangre), que se espesará. Esto mueve a su vez agua de los tejidos a la sangre. Los organismos vivos tienen prioridades, por lo que el flujo interno de agua se desvía hacía los órganos más importantes: el tejido nervioso y el respiratorio, sacándola de otros menos importantes: los músculos, los intestinos, etc.
Si la falta de agua continúa, la hemolinfa se vuelve tan espesa que el corazón tiene que hacer mucho mas esfuerzo para bombearla, además circula mal por los capilares, lo que genera más calor, que a su vez consume más agua para regular la temperatura.
En estas condiciones las abejas se vuelven extremadamente sensibles a cualquier problema, y si el proceso no se detiene con el aporte de agua, acaban pereciendo.
Alimento en cantidad pero de baja calidad
Polen de eucalipto

El polen es utilizado dentro de la colmena, fundamentalmente por las abejas nodrizas, como fuente proteica, ya sea para el desarrollo de sus glándulas hipo faríngeas o, para utilizarlo con algún grado de procesado en la papilla con que se alimenta a todas las larvas.
El polen es además utilizado por las abejas jóvenes para poder completar su desarrollo corporal y el de ciertas glándulas que le permiten cumplir con una serie de funciones en sus actividades dentro de la colmena.
La proteína y los aminoácidos
La proteína está formada por un conjunto de elementos mas simples llamados aminoácidos. Cuando falta alguno de los aminoácidos para formar una proteína el cuerpo lo forma a partir de otros aminoácidos que están en exceso. Pero hay ciertos aminoácidos que el organismo de la abeja no puede sintetizar y se llaman aminoácidos esenciales, los que indefectiblemente deben ser incorporados con la alimentación.
En el año 1953 el Dr. A. De Groot estudió los requerimientos de aminoácidos en la abeja y determinó que los mismos 10 aminoácidos esenciales que requiere la alimentación en el humano también son requeridos por la abeja.
Aminoácidos esenciales para la abeja y su requerimiento mínimo:


09 diciembre 2011

La colmena: un ecosistema en equilibrio

La colmena: un ecosistema en equilibrio
Por: Ing. Agr. Raúl Coppa Técnico EEA INTA Esquel (Estación Experimental Agroforestal Esquel, Chubut)
Reseña: El objeto de este artículo es visualizar a la colmena como un ecosistema en equilibrio y tratarlo como tal. Las intervenciones del apicultor suelen romper el equilibrio existente en la colmena dando lugar a trastornos que afectan el desarrollo equilibrado de la población como la sanidad de la misma, ya que ante factores de estrés, la colonia enferma.
Introducción
Todo ecosistema está integrado por elementos bióticos y no bióticos que se encuentran en equilibrio en forma natural.
Los elementos climáticos como la luz solar, la temperatura, las precipitaciones y la presión atmosférica, entre otros, se combinan con los factores edáficos y condicionan el desarrollo de tipos particulares de vegetación que sostienen determinadas clases de animales herbívoros y éstos dan lugar a los carnívoros y todos, cuando mueren, vuelven al suelo donde son descompuestos por los microorganismos. Ésta es, en apretada síntesis, un prototipo de ecosistema terrestre En cada uno hay un flujo de energía y materiales que entran y salen del mismo y todo el conjunto se encuentra en equilibrio ... hasta que el hombre interviene.
La población
Una colmena es un ecosistema en equilibrio. En un determinado espacio se desarrolla una población de abejas que crece en primavera, se estabiliza en verano y decrece en otoño e invierno hasta la próxima primavera. En primavera crece la población hasta completar la totalidad del espacio disponible y, una vez cubierto, la población se subdivide mediante el fenómeno de la enjambrazón.
Una colonia no es sólo un conjunto de abejas. Hay una organización perfectamente adaptada para cubrir todos los requerimientos que les permite a esta familia no sólo sobrevivir, sino también producir sus propias reservas de alimentos, reproducirse, conservar la especie y difundirse geográficamente. Para ello cada miembro de la colonia (o familia) realiza una actividad sumamente especializada. Una colonia es un Sistema, es decir, un conjunto de elementos que interactúan tan estrechamente unos con otros que resultan inter-dependientes. En una colonia cada tarea, que cada abeja realiza, resulta imprescindible para todas las demás ya que cada una no puede sobrevivir sola, necesita del conjunto, y por sí mismas no se encuentran dotadas para sobrevivir ni cumplir con todas las demás funciones biológicas.
Hay otros componentes bióticos en este ecosistema. Hay, por ejemplo, microorganismos (hongos, bacterias, etc) que se mantienen controlados gracias a la producción de propóleos. Este producto, producido por las abejas a partir de resinas que cosechan de ciertos árboles, es el elemento antiséptico y desinfectante con que cuentan las abejas para mantener una población sana en tan reducido espacio.
En el transcurso de su crecimiento poblacional, las abejas construyen panales de cera donde depositan cría, polen, néctar y miel. Del exterior traen agua, néctar de flores o azúcares de otras fuentes (como pulgones, por ejemplo), resinas y polen o, en casos de emergencia, elementos proteicos de otras fuentes.
Este ambiente interior de la colmena se desarrolla en ausencia de luz y está fuertemente influenciado por la temperatura y la humedad, dos factores ambientales determinantes en la supervivencia, en la sanidad y en la conducta de las abejas.
La Temperatura
La colonia es un ecosistema en equilibrio y si bien las abejas son organismos de "sangre fría", necesitan mantener el calor dentro de un rango apropiado a las circunstancias.
La colonia de abejas posee una serie de mecanismos que tienden a mantener la temperatura dentro de un rango que les permite sobrevivir y desarrollar los trabajos propios en cada estación del año.
La colonia mantiene su temperatura en los rangos apropiados merced a los siguientes mecanismos:
Apiñamiento
Las abejas (de distintas edades en forma mezclada) se apiñan formando un racimo que en invierno se lo llama "bolo invernal". Los enjambres que permanecen a la intemperie hasta dirigirse al lugar definitivo también lo hacen, al igual que las abejas que son transportadas en forma de paquetes. Aún en primavera o en otoño o puede suceder en veranos frescos, cuando la temperatura disminuye sustancialmente, las abejas se agrupan para mantener la temperatura o generar calor.
En este racimo funcionan dos tipos de movimientos:
Por una parte las abejas -tomadas de las patas- se acercan o separan entre sí contrayendo o expandiendo el racimo.
Por otra parte, en invierno o en períodos prolongados de frío, hay un movimiento de revolución: las abejas de la periferia se mueven hacia el interior del racimo y las del interior a la periferia. Sin este segundo mecanismo, las abejas del borde terminarían por morir dejando en la periferia a una segunda línea de abejas que también terminarían muriendo y así sucesivamente hasta la muerte de todo el racimo. En cambio con este movimiento de revolución todo el racimo sobrevive reduciendo al mínimo la mortandad de las abejas por hipotermia.
En la estructura del racimo existe otro hecho que permite conservar el calor. Las abejas de la periferia -en un espesor de 2 a 7 cm- se encuentran más juntas, más apretadas que las del centro formando una banda protectora.
Batido de alas
Las alas, además de ser los órganos anatómicos que utilizan para volar, son empleadas para generar calor o para ventilar para lo cual generan con ellas un movimiento circular logrando así sus propósitos. En el racimo este mecanismo se pone en marcha para generar calor cuando la temperatura del mismo desciende hasta los 14°C y para refrescar (ventilación) cuando supera los 35°C. No todas las abejas participan de este movimiento, sino sólo algunas, las necesarias para lograr el propósito.
Cuando existe cría en desarrollo dentro del nido, la temperatura de crianza de las larvas es de 34°C. Cuando no hay cría (lo cual sucede en invierno en regiones frías) el racimo de abejas puede ir disminuyendo su temperatura hasta los 14°C. Si la temperatura sigue bajando el racimo de abejas se contrae (las abejas se aprietan) y, para generar calor, desarrollan una actividad con las alas similar a las que realizan cuando están ventilando. Mientras en el centro del racimo la temperatura se mantiene a 14°C, en la periferia las abejas pueden estar a 6°C y mueren cuando la temperatura desciende por debajo de los 6°C. Pero el movimiento de revolución mencionado anteriormente les permite ir renovándose evitando la muerte por hipotermia.
En verano, la temperatura es mantenida a través de la ventilación que realizan las abejas enviando, con su batido de alas, una corriente de aire desde la piquera hacia el interior, mientras otras abejas lo hacen en sentido inverso provocando así una corriente que circula por el interior de la colmena refrescando el ambiente. En días calurosos y cuando la población de abejas es numerosa muchas de ellas se desplazan hasta la piquera y allí se arraciman formando una barba para permitir que la ventilación en el interior de la colmena se pueda realizar eficientemente. Si bien esta barba de abejas no es un signo de una próxima enjambrazón parece indicar un espacio reducido que las abejas despejan saliendo al exterior. Esto debe advertir al apicultor sobre la falta de espacio de la colonia.
Calafateo con propóleos
Cuando las aberturas que se dejan en la piquera o cuando hay demasiada separación de partes móviles, las abejas calafatean con propóleos rellenando el exceso de aberturas. Con esto regulan el intercambio gaseoso entre el espacio interior y el exterior.
De manera que una de las principales actividades de una colonia es mantener su temperatura dentro del rango apropiado a la circunstancia que está viviendo. Pero también es importante mantener la humedad en un rango aceptable para el desarrollo normal de la colonia.
La Humedad
El exceso de humedad dentro de una colmena, particularmente en invierno, provoca un disturbio sustancial en la vida de la colonia y desencadena procesos que conducen a la generación de problemas sanitarios que favorecen la mortandad de abejas. Este es un problema en la zona cordillerana, como en cualquier otra región donde la humedad relativa, en invierno especialmente, es alta o donde las masas de aire frío mantienen un tenor alto de humedad. La humedad se genera en el interior de cada colmena por el consumo de miel que hacen las abejas. Por cada litro de miel consumida se genera un litro de agua. Esta humedad, en época de actividad de las abejas, sale de la colmena mediante el mecanismo de ventilación que desarrollan. Pero en invierno las abejas, arracimadas, no utilizan el batido de alas en la piquera para ventilar, de manera que la colmena en sí debe estar dispuesta para que se favorezca la ventilación sin la intervención de las abejas, lo cual es importante en la zona cordillerana de Patagonia.
Si el ambiente externo es muy húmedo el intercambio gaseoso entre la colmena y el exterior favorece la acumulación de la humedad en el interior de aquella condensándose principalmente en la parte inferior de la entretapa, en las paredes laterales y en los panales más cercanos a éstas. Esto suele suceder en nuestra cordillera en invierno y esta situación se agrava si el apiario está ubicado erróneamente en un mallín o en un área baja donde se acumula el aire frío y húmedo que baja de las laderas circundantes. También sucede cuando la población invernal de abejas no es numerosa.
Aparecen así procesos como el de fermentación de la miel y de las pérdidas de polen por ataque de hongos.
Hay que tener en cuenta que en la zona de cordillera las abejas se encuentran en actividad hasta bien entrado el otoño y hasta es común observar colonias que no cortan totalmente la postura y mantienen pequeñas áreas de cría. Las que interrumpen la postura lo hacen a partir de la segunda quincena de abril y puede ocurrir que en días, donde la temperatura llega a los 12°C, haya algo de entrada de néctar en ese mes. El riesgo de esta pequeña entrada de néctar es que no alcance a perder la humedad suficiente para transformarse en miel y permanezca con un contenido de agua excesivo pudiendo fermentar si el interior de la colmena no está suficientemente ventilado y con exceso de humedad. El néctar se acidifica, toma un olor avinagrado y, si las abejas lo consumen, les resulta mortal.
La miel con exceso de humedad fermenta cuando el rango de temperatura se encuentra entre 10 y 25°C. La temperatura ideal de fermentación es de 15,5°C. Recordemos que el racimo invernal internamente trata de mantenerse por encima de los 14°C, por lo tanto, la temperatura de fermentación coincide con la del racimo. Si éste se desplaza para ir consumiendo reservas, puede alcanzar los cuadros donde hay néctar acumulado con exceso de humedad. Por lo tanto, en una colmena el exceso de humedad que se encuentra condensada en las paredes y panales laterales cargados de miel y polen resulta particularmente peligroso cuando la temperatura se encuentra en el rango mencionado.
Por su parte el polen, cuando está sometido a un exceso de humedad, es atacado por hongos. Si el ataque es severo provoca fuertes pérdidas en la reserva de polen ya que se forma una costra dura y blanca que a las abejas les resulta imposible remover. Recordemos que una buena provisión de polen resulta esencial para mantener una buena población de abejas entre los meses de abril a agosto y especialmente se transforma en un alimento crítico cuando comienza la postura en la segunda quincena de julio o principios de agosto en la cordillera patagónica. Este fenómeno -el del polen atacado por hongos- no sucede generalmente cuando la colmena pasa el invierno con una buena población de abejas que mantienen el calor en casi todos los cuadros y cuando la colmena se encuentra bien ventilada impidiendo la acumulación y condensación de humedad.
Intervención del apicultor
Es imprescindible que el apicultor tenga conciencia de los mecanismos que utilizan las abejas para mantener a raya la temperatura y la humedad ya que sus intervenciones en ningún caso deben interferir con los mismos. Si lo hace genera una situación de estrés que le abre la puerta a numerosos problemas sanitarios, muchos de los cuales, especialmente los bacterianos y los fúngicos se desencadenan a partir de situaciones provocadas por el mismo apicultor. Por el contrario sus intervenciones deben ayudar a la colonia acompañando a la población de abejas a mantener la temperatura y la humedad dentro de los rangos de tolerancia. Para ello dispone de varias herramientas:
Localizar correctamente el apiario
Ante todo hay que localizar correctamente el apiario en un lugar seco donde no haya acumulación de aire frío durante las noches ni tampoco en lugares húmedos como los mallines cordilleranos.
Orientar adecuadamente las colmenas
Hay que proteger las colmenas de las corrientes ventosas. En la cordillera patagónica es aconsejable que las piqueras estén orientadas al N.E. ya que los vientos en esta región provienen del cuadrante oeste y sudoeste. De esta forma se evita la entrada de aire frío y al mismo tiempo se facilita el calentamiento por el sol del frente de la colmena y de la pared lateral orientada hacia el oeste.
Permitir una separación adecuada entre colmenas
Conviene que las colmenas estén separadas entre sí dejando un espacio libre de unos 50 ó 60cms entre una y otra. Si las colmenas están en bancos de apoyo individuales es conveniente que la que está más al sur esté un poco adelante de la otra para que ésta no impida que los rayos del sol, en su desplazamiento hacia el oeste, evite que se caliente la pared lateral de la primera. En bancos donde se colocan varias colmenas, si están muy juntas la que no está expuesta al sol del norte o del oeste es una colmena más fría.
Regular la apertura de la piquera
Si bien cada apicultor desarrolla sus propios métodos de trabajo es importante transmitir a otros, especialmente a los novatos, las experiencias que se van reuniendo. A quien suscribe el presente artículo le ha dado mucho resultado mantener en las piqueras -de colmenas bien desarrolladas- dos aperturas laterales, en lugar de una central, durante todo el año. Estas aperturas tienen una longitud de unos 4 centímetros. Cuando es necesario, se agrega un suplemento en cada apertura para achicarla, lo cual sucede en invierno o en plena temporada cuando desmejora el tiempo durante un período prolongado.
En la cordillera patagónica se debe tener en cuenta que la variación térmica en plena temporada es muy amplia. Durante las noches refresca bastante y una piquera totalmente abierta (sin guardapiquera) puede conducir a las abejas a arracimarse en lugar de mantener la actividad durante la noche.
Por otra parte la doble apertura de piquera facilita la circulación del aire manteniendo un adecuado % de humedad y una correcta ventilación.
En colmenas que se encuentran en crecimiento conviene provocar su desarrollo desde la pared oeste que es la más calentada por el sol y mantener abierta la piquera de ese lado cerrando la otra abertura con un puñado de pasto que- cuando se seca- permite el paso de algo de aire facilitando la ventilación aún de la zona no ocupada por las abejas.
Como se dijo anteriormente, si la apertura del guardapiquera es excesiva las abejas tratan de reducirlo rellenándolo con propóleos.
Abrir o cerrar la apertura de la entretapa
Para que las colmenas en invierno estén bien ventiladas no sólo es suficiente que haya una piquera con aberturas laterales sino que hay que mantener abierta a medias la apertura de la entretapa. En el mes de mayo conviene levantar un poquito la entretapa en la parte de atrás. Basta para ello la colocación de una maderita de tres milímetros de grosor colocadas en los esquineros posteriores de la entretapa.
También en este caso las abejas propolizan el exceso de aberturas.
Regular el espacio interior
A la entrada del invierno conviene sacar un panal y juntar a los restantes al medio de la cámara de cría dejando un espacio de unos 2 cm en los laterales que permite la ventilación de las colmenas debido también a las aberturas laterales del guardapiquera y las aperturas en la entretapa.
Cuando la colonia es pequeña como sucede cuando se introduce un paquete o un núcleo es importante utilizar un paño de plástico o de papel corrugado para envolver los panales poblados de abejas, más uno o dos para que las abejas ocupen, más el alimentador (si se emplea para estimular o alimentar) colocado fuera del poncho. Personalmente prefiero el poncho de plástico ya que el de cartón es roído por las abejas. Si la colmena está bien ventilada no se junta humedad en el plástico.
Asimismo, no hay que agregar alzas en forma prematura ni dejar que el espacio interior se reduzca como para incentivar la enjambrazón. Las alzas deben colocarse en el momento oportuno.
Regular el número de cuadros en la cámara de cría
Cuando la colmena recién comienza y se utilizan varios cuadros con cera estampada conviene colocar 10 cuadros. Pero una vez que la colmena se desarrolló es conveniente trabajar con 9, por varios motivos, a saber: a) La colmena está mejor ventilada entre cuadros, b) las abejas construyen panales más gruesos lo cual, en la sala de extracción, permite una mejor desoperculación, c) hay más producción de cera, d) se previene mejor la rotura de celdas reales cuando se revisa la colmena.
Dejar las reservas invernales de miel y polen necesarias para el invierno
Una media alza repleta de miel, más lo que las abejas entran en otoño en la cámara de cría a medida que reducen la postura, suele ser suficiente reserva invernal para que la colonia llegue hasta la próxima temporada. Los meses críticos son agosto y septiembre cuando la reina activa la postura y todavía no hay entrada de suficiente néctar. Si es necesario, en ese mes, hay que suplementar con jarabe de alimentación.
Es frecuente que en otoño las abejas traigan azúcar proveniente de exudados de pulgones que se encuentran en diversas especies, especialmente sauces o álamos. Esto suele ocurrir a fines del verano, después de la última cosecha. Inmediatamente a esta cosecha hay que hacer un control contra varroa por lo cual posteriormente a este control sanitario está vedada la cosecha de miel. Si el productor se entusiasma cosechando demasiada miel, puede ocurrir que cubran posteriormente los panales con el azúcar que proviene de los pulgones. Ésta no constituye una buena reserva invernal porque no les resulta fácil disolverla y necesitan abundante provisión de agua, fenómeno que en invierno no ocurre. Esto, naturalmente, pone en serio riesgo la supervivencia de la colmena.
Una alternativa es dejarles la miel que ellas produjeron durante la primavera y el verano en la primera media alza, que muchos productores dejan como cámara de cría suplementaria. En estos casos los productores cosechan lo que está por encima de esa media alza. Un exceso de cosecha provoca estrés que, en definitiva, se traducirá en mortandad o en enfermedades.
Por otra parte, los productores que trabajan con protocolos de calidad no deberían cosechar de esa primera media alza cuando se utiliza como complemento de cámara de cría ya que así está especificado en los protocolos vigentes.
Conclusiones
Como conclusión general podemos decir que el control de la humedad, de la temperatura y de las reservas invernales son tres factores esenciales en la sostenibilidad de las colmenas. Si internalizamos la idea de que estamos frente a un ecosistema en equilibrio seremos más cuidadosos a la hora de intervenir en nuestros colmenares.

20 mayo 2011

Alimentación energetica y proteica en abejas

Por: Antonio Gómez Pajuelo
Cuando las abejas tienen suficientes reservas mantienen un comportamiento relajado y no trabajan tanto en invierno, pero si dejamos a la colmena desprovista de reservas salen desesperadas a buscar alimentos, y si pueden, a robarle a otra colmena su reserva. Además las colmenas que no tienen reservas de alimento en cualquier época del año, son mucho más pilladoras que si tienen panales con miel ocperculada en una cámara melaria.
Es muy difícil que una colmena bien dotada, populosa, con mucho espacio y con suficientes reserva de miel y polen; se enferme.
¿Alimentar con miel o con jarabe?
Mejor dejar reservas concluyen muchos autores, creo que debemos tener un equilibrio, ya que si dejamos una media alza de miel la rentabilidad baja. El jarabe de alta fructosa 55 es más económico muchas veces. Espero que el uso de bioconbustibles no lo encarezca.
En conclusión, es evidente que por alimentar con jarabes de mala calidad, por mantener muy húmedas las cámaras de cría, provocar pillaje, incomodar y dar trabajo extra a las abejas generando estrés a las colmenas, estas se enfermen y el apicultor se vea obligado a utilizar fármacos que contaminan. Para que esto no ocurra, retira la reserva natural y reemplaza por alimento de alta calidad que aumente la longevidad provocando un buen arranque primaveral que obliga. Por ultimo, alimentación liquida comienzo de otoño y sólida en invierno.
Las abejas, después de sobrevivir millones de años sin la necesidad de la ayuda del hombre, más bien defendiéndose de éste depredador, lograron un sistema de auto inmunidad y se curan solas, hay que dejarlas hacer lo que ellas saben hacer y muy bien.
¿Que pasa si no dejamos reservas de miel y por alguna razón no podemos auxiliar a tiempo con sustitutos a las colmenas?
Cuando las abejas padecen falta de miel, falla el suministro de hidratos de carbono no pueden producir energía, sobre todo calorífica, y disminuye su capacidad de mantener 35º C constante, ± 1º C, en la zona de cría, es decir, se paraliza la cría.
Si el problema continúa y se hace más grave, la temperatura de los panales que ocupan va disminuyendo, lo que vuelve más lentas todas las reacciones químicas de sus cuerpos; las trasmisiones eléctricas de los nervios (lo que ralentiza sus movimientos y su coordinación), la respiración, los movimientos musculares (lo que acentúa la disminución de la temperatura).
Finalmente, cuando se llega a la frontera aproximada de los 12º C, las abejas quedan totalmente paralizadas por el frío y mueren, formando un grupo arracimado, introducidas de cabeza en las celdillas, en un intento desesperado de conservar mejor sus últimas calorías. Casi todos lo hemos visto alguna vez.
Hasta llegar a esa situación, el organismo de las abejas ha intentado producir energía calorífica de cualquier manera: primero, quemando sus reservas de grasa, que almacenaba en las células vacías de la espalda (al nivel del 2º anillo abdominal), y cuando estas escasean, quemando proteínas de los músculos, de los tejidos (intestino...). Se puede decir que el cuerpo se come a sí mismo.
Esto provoca una disminución del peso corporal, que puede llegar a un 50% de su valor normal. Finalmente, solo quedan las proteínas de los órganos vitales y un mínimo de grasa que es imprescindible para el mantenimiento del nivel de las principales hormonas y el aislamiento de las terminaciones nerviosas que transmiten impulsos entre los tejidos, los órganos y los ganglios cerebrales.
En este estado, las abejas pueden desaparecer con facilidad en el campo un día que puedan salir. Las que quedan en la colmena pueden presentar los mismos síntomas de desproteinización y destrucción de tejidos digestivos que si hubieran estado parasitadas por nosema, que es otra manera de perder proteínas.
Deficiente alimentación proteica
Proteína corporal de la abeja
El polen provee a la colonia de abejas de toda la proteína necesaria para el desarrollo del cuerpo y su normal funcionamiento. Las abejas utilizan la proteína existente en el polen fundamentalmente para el desarrollo de los músculos, glándulas y demás tejidos corporales.
Estas proteínas del cuerpo de la abeja pueden ser trasladadas de un lugar a otro de los tejidos de la misma. Por ejemplo, cuando una abeja deja de producir jalea real, la proteína pasa de las glándulas hipo faríngeas a las glándulas cereras y luego a los músculos de vuelo. A su vez la abeja tiene capacidad de almacenar proteínas a nivel de los cuerpos grasos.
Cuando se da un periodo de bajo ingreso de polen con ingreso de néctar las abejas nodrizas no pueden desarrollar correctamente las glándulas hipofaringeas y por lo tanto no pueden alimentar a las larvas con jalea real. En estos casos son las abejas viejas las que traslocan proteínas de los cuerpos grasos a las glándulas hipofaringeas y alimentan transitoriamente a las crías. Esto se puede dar por un corto tiempo.
La intensidad de trabajo de la abeja nodriza determina mayor desgaste y a su vez la longevidad de la abeja. Cuanto mayor es el contenido de proteínas del cuerpo de la abeja mayor será la vida útil de la misma.
Un caso extremo en las necesidades de polen se puede dar frente a cortes repentinos de flujo y aportes, cuando las abejas reducen el nido de cría rápidamente, llegando a utilizar en casos de escasez las larvas de zánganos y las de los bordes de los nidos como fuente proteica. Es en estas situaciones extremas en que se produce este tipo de canibalismo entre las abejas.
Contrariamente a lo que se cree, se ha demostrado que las abejas cuando nacen, todavía no han completado su desarrollo fisiológico y requieren de una alimentación proteica para el inicio del funcionamiento de las glándulas para alimentar a la cría, los cuerpos grasos y otros órganos como las glándulas cereras.
Las abejas inician el consumo de polen a partir de las dos horas de nacer y tienen el máximo requerimiento a los 5 días para disminuir notablemente a los 8 a 10 días, para suspender casi totalmente a los 15 a 18 días cuando se prepara para realizar las tareas fuera de la colmena.
La cantidad de polen consumido por la abeja nodriza depende de la época del año y de la cantidad de cría a alimentar. Los momentos de máximo consumo se dan al inicio del flujo de néctar cuando está muy desarrollado el nido de cría. La cantidad de polen que consume anualmente una colmena es variable pero oscila entre 20 y 50 Kg.
Cuando la abeja realiza un esfuerzo en condiciones normales consume hidratos de carbono, pero cuando este esfuerzo es máximo como en las mieladas de eucalipto, el aporte de aminoácidos esenciales y de proteínas para sostener y reponer adecuadamente todo el desgaste muscular, es de suma importancia.
En este momento es fundamental la concentración de proteína cruda del polen que consume la colmena y los niveles de aminoácidos esenciales del mismo. Los pólenes de eucalipto difieren en cuanto a su composición proteica.
Los hay con muy baja concentración de proteína cruda y muy bajos niveles de Isoleucina particularmente.
Esta composición y sobre todo los niveles de proteína cruda, son fundamentales en la fase de preparación de la colmena (pre-mielada), pues afectan significativamente la longevidad de la abeja, llegando hasta disminuir en un 50% la misma.
Este hecho es muy importante porque impide llegar a grandes poblaciones en la colmena; y lo que es más , cuando la abeja llega a pecoreadora le quedan ya unos pocos días de vida. En consecuencia, se disminuye en mucho la capacidad de pecoreo de la colmena. Los niveles bajos de Isoleucina a su vez potencian estos efectos.
Las abejas necesitan pólenes con por lo menos 20% de proteína cruda. La mayoría de los pólenes de eucalipto presentan niveles de proteína entre el 18% al 30 %, dependiendo de la especie, localización, condiciones climáticas, etc.
El polen de eucalipto maculata tiene de 25 a 33% de proteína por lo que es considerado muy bueno para el crecimiento, desarrollo y mantenimiento de la colonia en periodo de máximo esfuerzo como normalmente es un periodo de alto flujo de néctar de eucalipto. El polen de los pinos tiene del 5 al 7% de proteínas por lo que es una fuente de alimentos nutritivamente pobre.
Las abejas pueden llegar a tener altos niveles de proteína corporal con porcentajes de proteína cruda superiores a los 80%. Cuando llegan a este nivel son fuertes, longevas y con gran capacidad para pecorear mucha miel. Paralelamente podemos encontrar colonias con un porcentaje inferior al 30% de proteína corporal, siendo en este caso abejas de corta vida, susceptibles de contraer loque europea, nosema y son muy malas productoras de miel.
El nivel de proteína corporal es muy importante durante el otoño de manera tal que las abejas puedan controlar bien a nosema, invernar en condiciones saludables y desarrollar rápidamente la colonia en la primavera siguiente.
El nivel de proteína corporal se reduce con la producción de miel, de cera, en clima muy caluroso o muy frío y especialmente con el desarrollo de la cría en primavera. Esta proteína cruda se incrementará en la medida que entre polen con más de 20% de proteína cruda digestible y que las abejas no estén estresadas por un gran flujo de néctar, o condiciones adversas del clima.
Hambre de Proteínas
Cuando las abejas padecen falta de polen, bien porque no haya, o porque el que hay no tiene los nutrientes adecuados (por sequía, polen de eucalipto, gramíneas, pino, por ejemplo), las reacciones químicas de formación de grasa a partir de los hidratos de carbono no se dan y no pueden acumular suficiente cantidad de ésta en su cuerpo.Si tienen hidratos de carbono, miel, pueden quemarlos para producir calor, pero les faltarían elementos necesarios para la producción de hormonas y enzimas que controlan procesos importantes: la fabricación de jugos digestivos, el sistema inmunológico, el aislamiento de los conductos nerviosos, la producción de jalea real (con lo que paralizarán la cría), la producción de cera...
La falta de polen, también provoca en el organismo de las abejas "hambre de proteínas", que tratan de solucionar extrayendo proteínas de donde las haya, fundamentalmente del músculo y los intestinos.
Esta situación puede provocar daños celulares en estos tejidos, con la consiguiente disminución del peso corporal, y la posible observación de tejidos dañados (como el digestivo) que deja de producir jugos digestivos y quedos con daños que pueden confundirse con lesiones de parasitósis por nosema.
Paralelamente a ese proceso orgánico hay un aumento del instinto de recolección de polen, lo que hace que, si no lo encuentran, recolecten cualquier cosa que se le parezca (harina, polvo de paja, polvo de los piensos para ganado, e ¡incluso aserrín de madera!). Algunas de estas sustancias pueden alimentarles algo (como el pienso de lechones), otras poco o nada (paja, aserrín...)
Todos los seres vivos tienen mecanismos de comportamiento semejante, recuerden si no a Chaplin en "La quimera del oro", comiéndose su bota guisada, los cordones como si fueran espagueti y la suela como si fiera un filete.
Todo esto hace que las abejas se vuelvan mucho más sensibles a cualquier problema que pueda afectar a su supervivencia: enfermedades, intoxicaciones por plaguicidas, meteorología desfavorable...
Es muy importante mantener a las abejas con alto contenido de proteína corporal al inicio de la mielada y en casos de máxima exigencia como podría ser la producción de miel en el eucalipto puede llegar a ser muy útil suplementar las colmenas con polen o sustitutos a fin de mantener alto el nivel de proteínas corporales ya que de ello depende la longevidad de las abejas y su futuro despegue primaveral.

25 febrero 2011

Alimentar con miel o con jarabe: Mejor dejar reservas suficientes

Por: Orlando Valega Productor apícola de Apícola Don Guillermo
En fin, parece que la idea de alimentar a las colmenas está instalada entre muchos apicultores.
A continuación voy a dar mi opinión basada en la experiencia y tratando de razonar para interpretar a las abejas que tanto saben de todo esto que hace millones de años viven en los bosques, en los huecos de los árboles o colgados de alguna rama y no necesitan de remedios sofisticados ni de alimentos suplementarios.
Mi padre, un poco por costumbre y seguramente, como producto de su basta experiencia, siempre insistía en cortar la cosecha antes del 10 de abril de cada año y dejar a la colmena como mínimo, a esa fecha; un medio alza lleno de miel. Yo pensaba que el viejo exageraba, que desperdiciaba la oportunidad de cosechar más miel y que nuestros inviernos son muy leves y por lo tanto no necesitaban de tanta reserva, y después de todo, si faltaba alimento, se lo daría en forma de jarabe.
El resultado es que mi padre sin suplementar tenia un mejor desarrollo primaveral pudiendo inclusive cosechar miel de azahar y yo tenia que suplementar a partir de los primeros días de agosto para que las colmenas lentamente se desarrollen y me den una efímera producción de miel de una especie florar que la llamamos "flor de primavera", por florecer en plenitud en los inicios de la estación. Mi padre jamás curó a sus colmenas, no fue necesario a pesar de que tampoco renovaba los cuadros con regularidad. Yo tuve varios brotes de nosemosis, cría yesificada, varroa y loque europea.
Hace tres años, inducido por la opinión de mi hijo y de mi esposa, quienes argumentaban que el gasto y el esfuerzo de alimentar no se correspondía con una mayor producción, y que además cada vez tenia más problemas con la sanidad; decidí cambiar el método de manejo y en el siguiente otoño suspendí la cosecha a fines de marzo, les dejé un medio alza con miel, no curé las colmenas, y en la primavera siguiente, a pesar de una tremenda sequía, las colmenas terminaron por primera vez mejor que las de mi padre.
No hubo cosecha temprana pero en octubre pude hacer hasta dos núcleos fuertes por colmena y en marzo volver a cosechar. En otoño achicaba las piqueras, retiraba las alzas vacías y alimentaba con jarabe.
Ahora dejo las piqueras abiertas, no retiro las alzas vacías, dejo más de un medio alza con miel y me da muy buenos resultados, antes de invernar desmalezo todos los apiarios a fin de que las colmenas tengan buena ventilación, las piqueras abiertas en su totalidad, si es mucho, ellas sabrán que hacer, igualmente las alzas vacías ayudan a la evaporación rápida de la humedad dentro de la colmena, causante de muchas de las enfermedades.
Ahora un poco de análisis : Las colmenas necesitan pasar el invierno con una buena reserva de miel que no es lo mismo que azúcar, es más que una reserva energética, es un elemento vivo biológico que aporta vitaminas, aminoácidos, encimas, minerales, entre otros muchos más. El azúcar es un elemento inerte solo alimento energético que no puede compararse con la miel.
El dilema no es alimentar con miel o con azúcar, simplemente yo diría que no se debe alimentar a menos que resulte imprescindible y no se disponga de panales con miel. ¿Por que no alimentar?; el jarabe normalmente tiene exceso de humedad que las abejas no pueden expulsar y favorece la proliferación de enfermedades, además no cubre todas las necesidades nutritivas de las abejas en especial en otoño, época del año en que necesitan acumular mas proteínas y otros par tener mayor longevidad en invierno y así poder producir jalea real en comienzos del nuevo ciclo primaveral. Seguro que el que vende suplementos dietarios a los apicultores opina distinto, yo he visto suplementar a las colmenas con productos para cerdos que contiene extracto de hígado. ¡Que no nos pase como con la vaca loca!.
Yo jamás note falta de polen en ningún momento del año aquí en nuestra zona, por lo tanto no creo que se tenga que suplementar con sustitutos. El problema puede ser que se tenga que alimentar por la avaricia del apicultor al extraerle toda la miel o talvez a comienzos de primavera por haber pasado un invierno muy leve que obliga a las abejas a trabajar sin recolectar néctar y de esa manera inducida a consumir más de la reserva que deberías utilizarse en el despegue primaveral.
En conclusión, es evidente que por alimentar con jarabes de mala calidad, por mantener muy húmedas las cámaras de cría y por generar stress a las colmenas, estas se enfermen y el apicultor se vea obligado a utilizar fármacos que contaminan, y para que esto no ocurra, retira la reserva natural y reemplaza por alimento chatarra que debilita y le quita longevidad provocando un lento despegue primaveral que obliga otra vez a alimentar y suplementar con multivitamínicos (extracto de hígado).
Las abejas, después de sobrevivir millones de años sin la necesidad de la ayuda del hombre, más bien defendiéndose de éste predador, logró un sistema de autoinmunidad y se curan solas, hay que dejarlas hacer lo que ellas saben hacer y muy bien. Amigos apicultores, yo aprendí que debemos seguir el curso de la naturaleza y no renegar de ella.
Para concluir, es mejor dejar una buena reserva a las colmenas antes que alimentar con lo que sea; miel, jarabe de maíz, azúcar etc. ¿Para que sacarle toda la miel, procesarla y después volver a dársela arriesgando los daños de pillaje que todo esto genera? Peor todavía si en vez de miel le damos alimento chatarra a las abejas (azúcar, JMAF).
Cuando las abejas tienen suficiente reservas mantienen un comportamiento relajado y no trabajan tanto en invierno en busca de alimentos, pero si dejamos a la colmena desprovista de reservas sufren stress y salen desesperadas a buscar alimentos, y si pueden, a robarle a otra colmena su reserva. El alimento líquido humedece la cámara de cría en otoño y sumado a la debilidad o mala alimentación predispone a las abejas a contraer cualquier enfermedad. Es muy difícil que una colmena bien dotada, populosa y con suficientes reserva de miel y polen; se enferme.
Yo propongo que se haga la prueba aunque más no fuera con algunas colmenas dejándole suficiente reserva de miel en panales (no cosechar todo) y después comparar los resultados.
Por supuesto; una colmena estresada, debilitada, y enferma, no cambia del día a la noche por mas reserva que le dejemos, pero con un buen manejo permitimos a las abejas a recuperarse por si solas o con una pequeña ayuda, por ejemplo: Tratar a las colmenas con una solución hidroalcohólica de propóleos al 7% mezclada al 10% en jarabe de maíz o jarabe de azúcar al 66%. Este preparado no contaminante con productos de la colmena ayuda a controlar varias enfermedades, loque americana, loque europea, cría yesificada y varroa.
Se emplea en dosis de 50 cc por colmena (del jarabe propolizado) en tres o cuatro aplicaciones semanales. No se necesita utilizar los alimentadores ya que se emplea en pequeñas cantidades, es suficiente con volcar (sin enchastrar) el producto sobre los cabezales de los cuadros y listo.